El Bronce Intenso

 

El canario bronce es un negro-bruno de fondo rojo. Como canario negro-bruno debe tener la melanina-eumelanina negra lo más oxidada posible y el dibujo dorsal lo más ancho, fuerte e ininterrumpido, extendiéndose dicho dibujo desde el nacimiento del pico, por la cabeza hacia la espalda, pecho y flancos.

El bronce intenso en particular debe tener el máximo de oxidación por todo el plumaje y una gran intensidad de lipocromo rojo, sin que se le aprecien zonas de feomelanina en las terminaciones del plumaje, ni escarchaduras en lipocromo, que debe ser uniforme, tapándose incluso la cloaca.

Hasta aquí está muy bien la teoría pero la práctica y la selección, al tratar de mejorar los bronces intensos, me ha llevado a sacar un bronce intenso, en especial macho, que aporta alguna característica que lo diferencia del patrón de enjuiciamiento.

Partiendo de la premisa de que el bronce desciende del cruce del canario negro-bruno con el cardenalito no podemos negar la influencia de este último. El cardenalito no tiene una estructura melánica, es decir: diseño de barras, pero sí aporta al canario el lipocromo rojo y una gran cantidad de melanina (eumelanina) negra dispersa según las zonas (por ejemplo en la cabeza).

Por mi experiencia en la cría de cardenalitos, he comprobado que aunque parecidos, existen pequeñas diferencias en los machos entre sí y mucho más en las hembras. Según la intensidad de lipocromo salen rojos intensos, naranjas y más o menos mosaicos dependiendo de que les llegue el lipocromo a tapar la cloaca. Melánicamente la diferencia es menor: depende de la intensidad del negror en la cabeza y si les baja algo de corbata, llegando a sacar algunos de patas negras (posiblemente piel negra) pero nunca he sacado cardenalitos con dibujo ni estructura melánica.

De ello deduzco que si un bronce, siempre será un híbrido más o menos cercano al cardenalito, tratará fijar las características dimórficas del cardenalito y en especial la tendencia a llevar la eumelanina dispersa al casquete de la cabeza del bronce intenso macho.
He observado en los enjuiciamientos de los últimos años una tendencia general de los jueces a premiar a las hembras intensas, quedando sus hermanos machos (presentados conjuntamente), siempre un punto por debajo.

Esto se debe al diseño melánico de la cabeza que en la hembra (por no tener la herencia del macho cardenalito no acumulando el negro por el dimorfismo sexual) marca mejor las estrías desde la base del pico, mientras que el macho tiene tendencia a difuminar en el casquete la eumelanina, no alterándola en el resto de cuerpo que marca las inervaciones en forma de abanico.

Estas pequeñas diferencias en la distribución melánica las debería tener presente un buen juez que haya criado o entienda de pájaros clásicos, pues son semejantes y aplicables también a los verdes intensos, sobre todo si se cruzan con Xantogastras para apoyar la oxidación melánica.

Un buen bronce intenso, para mí, debe tener en primer lugar (hablando de melaninas) un diseño que partiendo de la base del pico se vaya ensanchando por la espalda hasta acabar en las remeras. Este diseño tendrá una oxidación o intensidad eumelánica máxima. Y entre este diseño oxidado debe haber un lipocromo intenso que dé contraste y resalte las estrías eumelánicas.

Las estrías eumelánicas serán finas en la cabeza y anchas y continuadas en la espalda, estando también presentes en los costados, formando dos o tres barras que serán visibles debajo del codo del ala.
Los bigotes deben estar bien marcados y con la misma oxidación de las estrías de la espalda. El pico, patas y uñas deben ser negros y no detectarse, si es posible, las grietas de las articulaciones de los dedos. Esto se puede corregir con dos horas diarias de exposición al sol: imprescindibles para los canarios negro-brunos.

No confundir unas patas muy negras con, por ejemplo, un exceso de sol en un piel negra, penalizando el lipocromo, pues un bronce intenso piel negra o portador no necesita muchas horas de sol para tener una buena oxidación en pico, patas y uñas.

El lipocromo debe ser brillante y sin mezcla de feomelanina que lo empañe para que resalte más el diseño de la eumelanina. Esto no es difícil por la cercanía con el cardenalito. Lo que si hay que hacer es esperar a que los bronces acaben completamente la muda pues en septiembre todavía no aflora el brillo que en un mes o dos más tarde aparecerá en todo su esplendor. Esto se debe a que los pigmentos grasos no afloran en la terminación de la pluma hasta que el hígado trabaja con normalidad, cuando ya se le ha retirado el colorante o se le echa menos.

La categoría puede ser intenso, nevado o mosaico. La de un intenso debe tener un lipocromo uniforme, sin escarchaduras y que llegue hasta la cloaca. La pluma de un intenso debe ser corta y pegada al cuerpo.
He observado algunos ejemplares con pluma intensa que presentaban escarchaduras de nevado, por los cruces de bronces de la serie azul proveniente del mosaico. No es necesario el azul en un intenso pues el intenso apenas tiene feomelanina y sí le estropea el diseño y la categoría.

El plumaje de un intenso debe ser corto, uniforme, pegado al cuerpo, aunque a veces estilice al canario. No debe tener plumas largas en los flancos y espalda, o escasez de plumas en la cabeza, alrededor de los ojos.

En la forma de un intenso hay que cuidar la tendencia a estilizarse demasiado, por la estructura de la pluma corta; la forma debe parecerse a la de un mosaico sin tener las patas largas, por lo que hay que buscar nevados que compensen la estilización del intenso.

Si a un bronce intenso se le pide el máximo de negro y rojo, no es de extrañar que esa oxidación se les concentre a los sujetos machos en la cabeza, por la herencia del cardenalito; igualmente el lipocromo será más brillante y tendrá menos escarchaduras que en las hembras.
Por tanto las hembras ganarán por la distribución melánica y la forma y los machos ganarán por los lipocromos y la categoría.

Se debería estudiar el dimorfismo sexual, que es evidente, y en el futuro tenerlo en cuenta a la hora de enjuiciar, igual que se tiene en cuenta en los mosaicos.

José Antonio Abellán Baños, 1999